A veces nos sentimos traicionados por la vida y pensamos que la felicidad depende de la suerte. Juzg ndonos como desafortunados, optamos por el vicio de quejarnos en el af n de cambiar nuestras creencias y actitudes. Creemos en la ilusi n del mal y preferimos rendirnos a la voluntad del destino, como si el destino fuera una creaci n de nuestra mente para evadir nuestras responsabilidades con el mundo. Sin embargo, cuando todo parece precipitarse...