Eva no era precisamente una princesita sin experiencia. Pero tampoco hab a probado lo que Julio pod a ofrecerle. Era su primer d a en la oficina. Con zapatos de tac n, gafas y la melena suelta, dispuesta a tomar su nuevo trono frente a la oficina del gran jefazo de una empresa multimillonaria. No era la primera vez que ejerc a como secretaria y asistente personal de un pez gordo, ni tampoco la primera vez que la ataban con cuerdas, pero nunca hab...