En 1606 santa Rosa del Per visti el h bito de Terciaria Dominica y se recluy en una caba a. Llevaba sobre la cabeza una cinta de plata, cuyo interior era una corona de espinas. Su amor a Dios era tan ardiente que, cuando hablaba de l, cambiaba el tono de su voz y su rostro se encend a. Durante quince a os sufri la persecuci n de sus amigos y conocidos, mientras su alma se sum a en la m s profunda desolaci n espiritual. El demonio la molestaba...
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