«Es muy raro ver que las manos de tu madre acaricien la cara de su amante. Que le peinen la barba. Es raro tambi n que los ojos que antes vigilaban todo hayan renunciado al mundo como si le dijeran: puedes seguir sin m . Un d a cualquiera, a finales de los a os setenta, la protagonista abri la puerta de su casa y vio c mo su madre se iba en una motocicleta Harley-Davidson con su vecino: un extravagante pintor y lector de cartas...