La esperanza que el mundo ofrece es fugaz e imperfecta. La esperanza que Dios ofrece es inmutable, inconmovible e interminable. No es sorprendente, entonces, que cuando buscamos seguridad en recursos del mundo, nuestras esperanzas son a menudo aplastadas. Afortunadamente, Dios no tiene tal historial de fracaso. Como toda mujer sabe, la vida en el mundo actual tan fren tico puede ser tan demandante y tan confusa, que se hace f cil perder de vista,...