Entender que se ama es complicado. Y dif cil aceptar cuando se tiene que dejar ir.
Briseida ten a que luchar, a pesar de que no estaba en el frente, sent a que estaba en medio de una batalla. Con North desaparecido y posiblemente muerto, el peligro del general Julius Dankworth los acechaba. L no se dar a por vencido hasta obtener a su nieto, su heredero, a quien pensaba educar como correspond a a su linaje. El ni o nacer a para ser un militar y se negaba a aceptar que el hombre que se empe aba a cortejar a su nuera fuera a ser quien lo criara.
La desesperaci n del coraz n de Briseida no deb a opacar su verdadera misi n ahora que ser a madre, aunque eso significara dejar atr s su coraz n para darle a su hijo la vida que merec a, una con opciones. Lo nico que pod a otorgarle a North, era su fe en l, puesto que lo conoc a, el no era de los que dejase de luchar, era de los que se levantaba con ferocidad y sal a a la batalla, l proteg a, l amaba, l se levantaba incluso sin fuerzas, l... ten a que regresar, porque a n lo necesitaban, ahora m s que nunca.