Cuando entramos en una exposici?n, del tipo que sea, solemos ir bien equipados: gafas de bucear, botella de ox?geno y, al final, ca?a de pescar. Dentro del oc?ano de ideas desmenuzadas, incluso destrozadas, aguantamos la respiraci?n unos minutos para captar el m?ximo de detalles que puedan encajar en nuestro concepto de realidad. La historia del cuadro debe cuadrar, o entramos en p?nico, en la inestabilidad. Nos hundimos. Adaptar la obra a nuestro...