El Dios del cielo y la tierra no es una deidad mezquina y avara que nos haga pasar hambre de misericordia y mendigar migajas de gracia. ? l es generoso. ? l no deja de dar, y en el momento que pensamos que ya no puede tener m? s para nosotros, amontona todav? a m? s. ? l form? toda la creaci? n para nosotros, sus hijos e hijas. Nos colma de perd? n y vida en su Hijo, Jes? s, quien es el amor encarnado. Todo lo que somos y todo lo que tenemos proviene...