En lo m s profundo de la mar profunda dorm a Mar a Celeste; hab a sido, en lejanos tiempos, un barco pirata. Los peces de la regi n conoc an a Mar a Celeste y a todos les gustaba jugar con los restos del naufragio: meter la nariz entre las monedas de oro; mirarse en los espejos de marfil. As pasaron unos a os hasta que un d a se acerc un extra o pez... que no era pez.