No era una ma?ana como cualquier otra. Pero hac?a mucho tiempo que las ma?anas hab?an dejado de ser ma?anas normales. Ma?anas como las de su infancia, cuando se despertaba iluminado por la claridad de los rayos de luz que se filtraban entre las rendijas de su persiana. Se levantaba euf?rico porque ba?ado en esos rayos se sent?a en el centro del universo y transpiraba vida. Cada ma?ana era un estreno, cada despertar una nueva alegr?a, cada d?a era...