La vida de Benigno Reyes en su destierro chileno tiene pocas distracciones. S lo hay una cosa que rompe, de cuando en cuando, la monoton a implacable de los d as: la llegada de los transatl nticos que recorren la costa del Oc ano Pac fico, llevando a los nativos acomodados productos de ultramar que les dejan entrever las riquezas de un mundo refinado, a la vez que les dan la posibilidad de disfrutar de ciertos placeres menos inocentes. Pero esta vez...