Hace ya siglos que en una gran ciudad, capital de un reino, cuyo nombre no importa saber, viv a una pobre y honrada viuda que ten a una hija de quince abriles, hermosa como un sol y c ndida como una paloma. La excelente madre se miraba en ella como en un espejo, y en su inocencia y beldad juzgaba poseer una joya riqu sima que no hubiera trocado por todos los tesoros del mundo. Muchos caballeros, j venes y libertinos, viendo a estas dos mujeres tan...