En su cuarto, la obediencia es una obligaci n. Los hombres como Marcos no tienen citas ni creen en el amor, pero siempre consiguen lo que quieren. Y hoy me quiere a m . Su media sonrisa estaba hambrienta, sus ojos me devoraban con la mirada, y su voz me derriti . "Eres m a", dos palabras que resonaron en mi cabeza, aturdi ndome. En su cabeza, todo lobo tiene heridas. Marcos deb a haber sabido que las mujeres como Julia no s lo dejan fuego en tu cama...