Irene era escasamente consciente de lo que provocaba en aquellos hombres hipnotizados con su presencia. Ignoraba que era un centro de gravedad lleno de espinas. Quien se aproximaba demasiado acababa ensartado. La rosa no tiene intenci n de herir, pero si la tomas con la mano desnuda hace sangrar. Eso era Irene para aquellos hombres: rosa espinada.Trist n ya lo hab a comprobado. Iv n no tardar a en hacerlo....y yo, este visir que la alojaba en sus...