A mil metros de altura, oculto por la distancia y por la incandescente luz solar, una extra a ave vuela en c rculos sobre la finca, y su reflejo, en las aguas de las dos piscinas existentes, es microsc pico, por lo tanto, invisible a los ojos de los invitados y de los anfitriones.
De pronto, el extra o p jaro comienza a descender en picada y en absoluto silencio. Cuando est a unos trescientos metros del suelo, se detiene y se mantiene flotando...