Desde su nacer fu desafortunado aquel sabio infeliz. Casi estoy por decir que antes de nacer lo era ya. Le cupo suerte de gemelo y, si por los consiguientes se juzgan los antecedentes, es muy presumible que en el claustro materno le tocara la habitaci n peor. Vino esta existencia el segundo. Todos los gestos y exclamaciones de alegr a hechos por los padres al advenimiento del primer hijo, troc ronse en gestos de contrariedad y exclamaciones de...