Desde muy peque o Ho Liang qued fascinado por las mariposas. Al convertirse en emperador, quiso tener al menos una de cada rinc n de su territorio. Para recrearse en la diversidad de su magn fico imperio, orden construir una jaula de cristal para resguardarlas. Sin embargo, cuando las orugas fueron llegando a su cristalino encierro, perd an el color ante la mirada absorta del emperador, que no ten a ojos para nada m s que para ellas. Pero un accidente...