Dicen que los diamantes son los mejores amigos de las chicas.
Pero el t o que vende esos diamantes... es mi peor enemigo.
Tard menos de un segundo en odiar a muerte a Cameron O'Connor.
Llegaba tarde a una entrevista de trabajo, as que me pareci un milagro que un taxi se detuviera justo a la puerta de mi casa... hasta que me lo quit el gili-pijo m s antip tico, gru n y rid culamente guapo del mundo.
Por supuesto, cuando llegu a la entrevista, qui n estaba sentado al otro lado de la mesa?
-Llegas tarde. No encontrabas taxi?
Por muy guapo que fuera, ese hombre me hab a puesto furiosa, as que no me cort lo m s m nimo al explicarle hasta qu punto su empresa estaba metiendo la pata al tratar de resolver su actual crisis de relaciones p blicas.
Pero ni todo el oro del mundo me har a aceptar ese trabajo, y mucho menos a ese jefe, por muy bueno que estuviera. O, al menos, eso pens hasta que me ofreci una cifra con m s ceros de los que hab a visto en mi vida. As fue como me encontr trabajando para el jefe del infierno, y haciendo esfuerzos sobrehumanos para que mis comentarios sarc sticos no cruzaran la delgada l nea entre una actitud razonable, pero en desacuerdo, y la rebeli n abierta.
Ojal l no hubiera decidido contratar a una influencer para promocionar los anillos de compromiso de la empresa, porque ella decidi anunciar que Cameron y yo est bamos ocultando un romance secreto.
A partir de ese momento, nuestra supuesta relaci n se convirti en asunto de inter s p blico, solo que no hab a ni rastro de romance, porque nos odi bamos sin piedad. Pero, para que la historia fuera cre ble, tuvimos que empezar a salir juntos... y tuvimos que besarnos.
Hasta que ha llegado el momento en el que yo ya no tengo que seguir fingiendo, y creo que Cameron tampoco finge. Los diamantes son para siempre, pero podr nuestro amor durar tanto?
Es imposible que me enamore del antip tico de mi jefe. Verdad?