scar se sent en su butaca reclinable y cogi el caf que se hab a preparado en el office minutos antes. Con movimientos perezosos, extrajo el curr culum del sobre y ley vagamente la experiencia profesional de su nueva secretaria. Nada pareci fuera de lo normal, entonces se detuvo a leer su nombre. No puede ser. Un estremecimiento le recorri el cuerpo de arriba abajo al leer ese nombre tan familiar: Alexia Ma Airis Gala. No la conoc a. Jam s se...