Queremos amar a Dios con todo nuestro coraz n, pero a menudo nos encontramos esforz ndonos por agradarle, muy conscientes de nuestras debilidades. A medida que se acumulan nuestros fracasos, nos frustramos y desanimamos. Hemos perdido la esencia del evangelio? Existe una manera simple, pero verdadera, de servir a Dios, que pueda llenarnos de gozo y paz en lugar de miedo y des nimo? Santa Teresa de Lisieux enfrent luchas similares. Como mujer joven...