Antes de escribir la primera p gina de mi libro, perm tase a la mujer disculparse de lo que para muchos ser un pecado inmenso e indigno de perd n, una falta de que es preciso que se sincere. Bien pudiera, en verdad, citar aqu algunos textos de hombres c lebres que, como el profundo Malebranche y nuestro sabio y venerado Feijoo, sostuvieron que la mujer era apta para el estudio de las ciencias, de las artes y de la literatura. Posible me ser a a...