El Diario de la navegaci n y reconocimiento del r o Tebicuary es uno de los varios de libros de viajes que escribi Azara. Sus trabajos dedicados a establecer, de forma cient fica, las fronteras entre las colonias espa olas y las portuguesas. Esta actividad aparece tambi n, entre otros textos suyos, en su Correspondencia oficial.
F lix Azara estudi la geograf a de Sudam rica y esclareci en sus mapas el curso de r os y el lugar de monta as. Antes de l, aquellos territorios hab an sido meramente indicados, en mapas inexactos, por los expedicionarios de los primeros tiempos de la Conquista de Am rica.
En la Introducci n de Pedro de Angelis, al Diario de la navegaci n y reconocimiento del r o Tebicuary de F lix de Azara se comenta en detalle la relevancia de este libro:
Tres siglos de negociaciones y tratados no bastaron a poner de acuerdo las Cortes de Madrid y Lisboa sobre el deslinde de sus colonias, y estas cuestiones, que hab an empezado con su dominaci n en Am rica, no terminaron con su decadencia. Cada paso que daban, aumentaba las dudas y hac a m s dif cil su resoluci n; porque carec an de un conocimiento exacto de las localidades, ni pod an adquirirlo por falta de documentos.
Despu s de haber conferenciado en Tordesillas, en Badajoz, en Lisboa, en Utrecht, sin poder llegar a un avenimiento, y dejando en toda su obscuridad el esp ritu de las concesiones hechas por Alejandro VI en su famosa bula de 1593, volvieron las dos potencias a negociar en Madrid y en San Ildefonso, por los a os 1750 y 1777. La causa que hab a paralizado el primero de estos tratados, hab a desaparecido con la expulsi n de los Jesuitas, y todo anunciaba una f cil y pronta ejecuci n del segundo.
La Corte de Madrid, que hab a acreditado siempre celo y lealtad en el cumplimiento de sus promesas, nombr comisarios para que, de acuerdo con los portugueses, trazasen la nueva l nea divisoria; y se apresur a dar todas las instrucciones que crey necesarias para dejar cumplidas las ltimas estipulaciones.
Estos trabajos geod sicos, que abrazaban un espacio inmenso, desde los parajes inmediatos al R o de la Plata hasta las bocas de las Amazonas, rodeando en todo su mbito la frontera interior del Brasil, fueron confiados a varias comisiones, que se procur formar de oficiales activos e inteligentes. Uno de ellos fue el se or de Azara.